miércoles, 21 de noviembre de 2012

Desarrollan un algoritmo para máquinas de telepatía artificial.

Científicos consiguen relacionar patrones específicos de actividad neurológica con el significado de ciertas palabras.


Investigadores de la Universidad de Maastricht, en los Países Bajos, han conseguido relacionar patrones específicos de actividad cerebral con el significado de cuatro palabras, independientemente del idioma en que estas fueron pronunciadas. Según los científicos, esto supone haber encontrado la “huella” de los conceptos en el cerebro, un avance que ayudará a fabricar futuras máquinas de telepatía artificial. Estas podrían servir para la comunicación con personas con trastornos neuronales que impiden el habla. 

Un equipo de científicos de la Universidad de Maastricht, en los Países Bajos, ha conseguido relacionar, por vez primera según NewScientist , patrones específicos de actividad cerebral con el significado de determinadas palabras.

El descubrimiento supone un paso adelante hacia la posibilidad de leer los pensamientos a partir de la actividad neuronal de las personas, una herramienta que podría servir para identificar contenidos de conciencia en pacientes con daño cerebral.

En este sentido, la semana pasada nos sorprendía la noticia del paciente canadiense en estado vegetativo desde hace doce años que ha conseguido comunicarse con sus médicos a través de un escáner cerebral. El paciente Scott Routley les indicó por esta vía a sus cuidadores que “no sentía dolor”, informó la BBC.

El logro con Routley fue alcanzado por neurocientíficos de la Universidad de Western Ontario, en Estados Unidos. Pero investigaciones anteriores también han conseguido importantes avances hacia la lectura de la mente con medios artificiales, que podrían resultar esenciales para las personas incomunicadas por trastornos neuronales.  


Un algoritmo que lee la mente

En cuanto al estudio que nos ocupa, los investigadores de la Universidad de Maastricht, dirigidos por el neurocientífico Joao Correia, se dedicaron a identificar la actividad neuronal que subyace al significado de una serie de palabras.

Previamente, los científicos habían teorizado que las representaciones habladas o escritas de las palabras están integradas en nuestra mente, y que su significado ya ha sido procesado por el cerebro.

Para capturar esa “huella” semántica de las palabras a nivel neuronal, los científicos usaron un escáner de exploración por resonancia magnética funcional o fMRI, por sus siglas en inglés. Con él, estudiaron la actividad cerebral de ocho voluntarios bilingües (hablaban inglés y holandés), mientras estos escuchaban los nombres en inglés de cuatro animales: toro, caballo, tiburón y pato ( bull, horse, shark y duck).

El equipo registró los patrones de actividad neuronal en la corteza temporal anterior izquierda del cerebro, una región que se sabe que está implicada en una amplia gama de tareas semánticas, y preparó un algoritmo con el que identificar qué palabra había oído cada participante, a partir de sus patrones de actividad neuronal.

Más cerca de la telepatía artificial

Según los expertos, este método de reconocimiento de patrones de actividad neuronal vinculados al significado de palabras podría ser una herramienta muy interesante para la investigación de la representación del conocimiento en el cerebro, dado que palabras que significan lo mismo en diferentes idiomas activan el mismo conjunto de neuronas que codifican ese concepto, sin importar el hecho de que suenen o se escriban de manera distinta.

Por otro lado, el estudio supone un avance hacia el desarrollo de una futura máquina con la que leer la mente. Pero hay un importante –y apasionante- obstáculo que soslayar para poder alcanzar este logro: los patrones cerebrales identificados por Correia y su equipo resultaron ser únicos en cada persona. 

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ESO encuentra un mundo errante a cien años luz del Sistema Solar

El hallazgo ayudará a determinar las características de los exoplanetas.

El Observatorio Europeo Austral (ESO) usando el telescopio VLT y el el Telescopio Canadá-Francia-Hawaii ha encontrado un objeto celeste vagabundeando por el espacio, a 100 años luz del Sistema Solar. Por su cercanía y características, este objeto podría usarse como banco de pruebas para comprender la física de cualquier exoplaneta similar que se descubra en el futuro, afirman los astrónomos. 

Utilizando el telescopio VLT (Very Large Telescope) del Observatorio Europeo Austral (ESO) y el Telescopio Canadá-Francia-Hawaii, un equipo de astrónomos ha identificado un cuerpo que, probablemente, sea un planeta vagando por el espacio sin estrella anfitriona.

Se trata del sorprendente hallazgo del mejor candidato encontrado hasta el momento de planeta que flota libremente y el objeto de este tipo más cercano al Sistema Solar, ya que se encuentra a una distancia de unos 100 años luz.


Su relativa proximidad, y la ausencia de una estrella brillante muy cercana a él, han permitido al equipo estudiar su atmósfera con gran detalle. Este objeto también ofrece a los astrónomos un anticipo del tipo de exoplanetas que futuros instrumentos quieren observar en torno a otras estrellas.


Los planetas errantes son objetos de masa planetaria que vagabundean por el espacio sin estar atados a ninguna estrella. Ya se han encontrado antes posibles ejemplos de este tipo de objetos [1], pero, al no conocer sus edades, los astrónomos no podían saber si se trataba de planetas o de enanas marrones — estrellas “fallidas” que perdieron la masa necesaria para desencadenar las reacciones que hacen brillar a las estrellas. 
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Consiguen transformar el movimiento molecular aleatorio en energía mecánica 

 Investigadores de la Universidad Libre de Berlín han desarrollado un método muy eficiente para transformar el movimiento aleatorio de una molécula en oscilaciones mecánicas de una palanca (oscilador), es decir, que permite transformar en energía el "ruido" del movimiento molecular. El avance supone un paso adelante en la fabricación de motores moleculares artificiales. 

 


El grupo de Nanoimagen en nanoGUNE, de San Sebastián (Guipúzcoa), coordinado por José Ignacio Pascual, ha centrado su estudio en una molécula de hidrógeno (H2). En su experimento han observado que el movimiento aleatorio – el ruido – de una molécula de hidrógeno entre dos posiciones puede causar el movimiento periódico de una ‘máquina mecánica’.

El grupo de científicos ha controlado el movimiento aleatorio de una molécula de hidrógeno que, de esta forma, induce golpes aleatorios sobre la palanca. Así, han observado que, al moverse, la palanca modula a su vez el movimiento de la molécula y ambas entran en sintonía, amplificando el efecto causado por los golpes de la molécula.

“Los empujones aleatorios de la molécula acaban empujando a la palanca periódicamente cuando esta se acerca a la molécula, como en un columpio”, explica José Ignacio Pascual. “El resultado es que la molécula más pequeña que existe, una molécula de hidrógeno, ‘empuja’ una palanca que tiene una masa ¡diez trillones de veces mayor!”, concreta Pascual. 

Aplicaciones futuras 

Un aspecto prometedor de este resultado es que podría ser tenido en cuenta para el diseño de motores moleculares artificiales. De hecho, ya se ha propuesto que el mecanismo de la Resonancia Estocástica esté detrás de los motores biomoleculares que hacen funcionar la actividad celular de forma natural. Y este fenómeno podría aplicarse, según los autores del estudio, para inducir oscilaciones en motores moleculares artificiales, que son complejas moléculas diseñadas para que puedan oscilar o rotar en una sola dirección. Los autores no descartan, además, que la fluctuación molecular pueda ser producida por otras fuentes, como la luz.   

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